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SOROS ANTICIPO LA CRISIS

Es una de las personas más ricas del planeta y se dedica a la filantropía, pero le haría feliz que lo reconocieran como filósofo. En esta entrevista, realizada poco antes del estallido de la crisis financiera global, George Soros habla del futuro de la economía, de Barack Obama, y recuerda cómo su padre le salvó la vida durante la ocupación nazi en Hungría.

Por José Manuel Calvo © El País SL.
Extracto del artículo publicado en La Nación.

-¿Qué tal tiene la espalda hoy?
-Hoy está bien.
George Soros cumplió 78 años el pasado 12 de agosto. No es que esté mal de salud, aunque desde que se retiró de la gestión directa, en 2001, ya viene poco por aquí, por su despacho del Soros Fund Management en Manhattan; es que le gusta decir que siempre ha tomado sus decisiones más importantes en función de lo que le avisa su organismo.
-Normalmente me duele la espalda cuando cometo un error. El hecho de que ahora no me duela me hace pensar que he comprendido bastante bien lo que está pasando.
Hace diez años pronosticó el derrumbe del capitalismo global. Escuchan con atención sus predicciones los que recuerdan que hizo su fortuna con un golpe que rompió el espinazo del Banco de Inglaterra: el 16 de septiembre de 1992, el miércoles negro, Soros vendió más de 10.000 millones de libras esterlinas y forzó la devaluación de la divisa británica, un movimiento especulativo que le hizo ganar más de mil millones de dólares en 24 horas. Pero otros -economistas, expertos, académicos- creen que exagera y que su activismo político nubla sus dotes de analista financiero. A él le divierte verse como el protagonista de Pedro y el lobo.
-Y recuerde que al final el lobo vino.
Si Soros estuviera sentado delante de su ordenador, en la mesa de su despacho, y mirara hacia la izquierda, vería todo el Central Park, de Sur a Norte, desde esta planta 33 de un rascacielos que se levanta en la calle 57, a la altura de la Séptima Avenida. Si mirara hacia atrás, su vista cruzaría el río Hudson y llegaría hasta Nueva Jersey. Pero ahora mismo está sentado en otra mesa, en un extremo del despacho en cuyas paredes cuelgan originales de Kadar Bela y otros artistas húngaros, y sólo en ocasiones presta alguna atención al ordenador: cuando escucha el ping que indica que ha recibido un correo electrónico.
Aunque sus ojos azules son amistosos, tiene el gesto un poco tenso. "No están los tiempos como para sonrisas", es la respuesta. ¿Por qué le cuesta tanto sonreír a este hombre que tiene una fortuna de 9000 millones de dólares, según la revista Forbes? Quizá porque cree que tiene que acompañar así su mensaje de que estamos ante la peor crisis financiera desde los años treinta, que la superburbuja creada en los últimos 25 años ha estallado.
-Yo tengo una filosofía que no se limita al mercado. Es una interpretación diferente de la condición humana. El mercado es como un laboratorio en el que se pueden probar esas ideas. Y ésta es una prueba muy buena. La idea básica es que nuestra comprensión del mundo es siempre imperfecta, y que esa comprensión imperfecta ocupa un papel muy importante a la hora de configurar la historia. Lo que está ocurriendo ahora es un ejemplo estupendo, porque el sistema financiero global en los últimos 25 años se ha desarrollado sobre la base de conceptos equivocados en cuanto a los mercados. Y esos errores son los que han traído esta crisis. Eso es lo que yo llamo la superburbuja. En mi interpretación, cada burbuja tiene componentes basados en la realidad, en el mundo real. Pero hay una interpretación incorrecta de la realidad. Y las interacciones entre las falsas concepciones y la realidad causan ... en otras palabras, todo lo que ocurre en el mundo real refuerza las malas interpretaciones, hasta que la distorsión de la realidad es tan grande que no se puede sostener. Y así es como se desarrollan, y al final estallan, las burbujas. Y los errores sobre el mercado consisten en pensar que tiende al equilibrio, y que las desviaciones del equilibrio son aleatorias. Todo lo que está ocurriendo ahora se debe a esos errores. Por esa razón se ha permitido que los mercados tengan mucha más libertad de la que tenían.
-¿Qué es lo que está muriendo?
-Una manera concreta de organización global basada en el dominio del dólar. El consenso de Washington impuso una disciplina de mercado a todos los miembros de la economía global, a todos los países, excepto EE.UU.. Estados Unidos tenía el dólar, la divisa que todos los demás aceptaban; sus únicas limitaciones eran las que se imponía a sí mismo. Y esto resultó no ser muy eficaz. Estados Unidos acabó utilizando todos los ahorros del mundo para apoyar el consumo interno. Al final consumimos un 6% más de lo que producíamos. Esto podría haber continuado así, porque había países como China, y antes Japón, encantados de proporcionar crédito y acumular riqueza, pero entonces las familias se vieron desbordadas por la deuda, debido a la burbuja inmobiliaria. Ahora, el mundo será muy diferente, por ejemplo, si es presidente Obama, o si lo es McCain. Pero también es muy importante, quizá más importante, cómo responda China a la actual situación.
-¿El siglo XXI no va a ser otro siglo americano?
-No me siento capaz de hacer esa predicción incondicional. El mundo está muy interconectado, pero los Estados soberanos que lo conforman necesitan liderazgo. Si Estados Unidos proporciona el liderazgo adecuado, podría recuperar su posición de preeminencia. O sea que yo aún tengo confianza en EE.UU.. Pero lo que creo es que se ha cometido un gran error político, que empezó con Reagan, con el fundamentalismo de mercado. Luego con Bush, con el Bush actual, tratando de usar nuestra superioridad militar para imponer sus dictados al mundo. Ese ha sido un error terrible. Pero es algo que ya estamos empezando a asumir, con lo que podemos ser capaces de corregirlo.
-Usted proclamó hace ya meses sus simpatías por Obama. También por algunos más...
-Bueno, desde luego McCain sería una mejoría con respecto a Bush. Pero no hay ninguna duda de que estoy a favor de Obama.
-¿Apostaría dinero por una victoria de Obama?
-Ahora sí lo apostaría. Pero cuando hice público mi respaldo por él, no. Lo apoyé, no porque creyera que podría ganar, sino porque creí que era el hombre que América necesitaba.
-¿Por qué?
-La razón principal es que representaría una ruptura con el gobierno de Bush. Hay que llevar a cabo esa ruptura. Además, Obama tiene algunas cualidades, debido a su historia personal, que le permiten ver el mundo no desde un punto de vista rígido, sino desde muchas perspectivas diferentes. Y eso es lo que necesitamos ahora, porque Estados Unidos tiene que dirigir el mundo admitiendo, teniendo en cuenta los puntos de vista de otros países. Y yo creo que él es el hombre que puede hacer eso.
-A usted le gustaría ser recordado como un hombre de ideas, como un filósofo... pero se le ve como un especulador, un millonario... y ahora como un filántropo. ¿Le duele que no se tengan más en cuenta sus puntos de vista?
-Ya estoy acostumbrado. Estoy intentando que mis ideas se conozcan mejor. Hay muchas resistencias, pero estoy haciendo algunos progresos...
-Su padre, Tivadar, fue, además de abogado, escritor en esperanto, y se empeñó en que usted lo hablara desde niño. ¿Aún lo habla?
-No, ya no lo hablo, pero lo hice, y podría volver a hacerlo. Es una lengua fascinante, una invención fascinante, pero ahora mismo no tiene ninguna utilidad. Su papel como lengua universal ha sido sustituido por el inglés; inglés mal hablado, pero que es la lengua universal que tenemos ahora mismo.
Tivadar, que ya había tenido una juventud llena de aventuras (un judío húngaro que se alistó como voluntario en la Primera Guerra Mundial y fue prisionero en Siberia), salvó la vida de toda la familia y de cientos de personas cuando la ocupación nazi de Hungría, en 1944...
-Es cierto, mi filosofía se ha desarrollado a partir de mis experiencias vitales. Y la más importante fue la ocupación. Yo soy judío; si mi padre no hubiera tenido la previsión que le permitió salvar a su familia, yo no estaría aquí ahora mismo; es así de sencillo. Y esa experiencia, sobre todo el ejemplo de mi padre, de cómo manejó aquella situación, es la experiencia educativa más importante de mi vida. Yo tenía 13, 14 años, cuando eso ocurrió; mi padre entendió que hay ocasiones en las que lo anormal se convierte en normal y, por tanto, el comportamiento normal no es considerado apropiado. Tienes que tomar las riendas de tu vida y hacer lo que es necesario. Así que él consiguió que nos proporcionaran una falsa identidad a todos nosotros...
-¿Recuerda bien aquellos años?
-Sí, sí. ¡Y desde luego me acuerdo mucho mejor de todo aquello que de lo que ocurrió el año pasado! ¡Es un signo de la edad! (Por fin Soros se ríe con ganas).
"La vida es hermosa, llena de diversidad y aventuras. Pero tienes que tener la suerte de tu lado", escribió Tivadar Soros.
Soros se salvó gracias a la adopción de una identidad falsa -"es casi un sacrilegio decirlo, pero aquellos diez meses fueron los más felices de mi vida", escribe en la introducción a un libro de su padre-, hizo sus primeros pinitos especulativos cambiando moneda en la época de la hiperinflación, entre la ocupación nazi y la soviética de Hungría, escapó de los soviéticos en 1946 gracias a su asistencia a un congreso de esperanto que se celebraba en Occidente y llegó a Londres en 1947. Mientras trabajaba en lo que le salía -desde maletero de estación hasta camarero-, estudió en la London School of Economics. El profesor que más le marcó fue Karl Popper. A él debe muchas de sus elaboraciones posteriores, desde la reflexividad (las percepciones cambian la manera de actuar, y esos actos, posteriormente, modifican las percepciones) hasta la teoría de las sociedades abiertas. De Londres se trasladó a Nueva York, en 1956. Allí trabajó en los mercados financieros y, en torno de 1963, elaboró sus primeras reflexiones filosóficas. Hubo un momento, lo ha dicho y escrito en muchas ocasiones, en el que comprendió que era mejor inversor que filósofo, que manejaba mejor el dinero que las ideas...
-La práctica me convenció. Tuve mucho éxito a la hora de hacer dinero y no lo tuve cuando quise expresar mis ideas. Hasta cierto punto, eso siguió siendo así después, aunque creo que he mejorado en la expresión de mi filosofía. Me he considerado toda mi vida un filósofo fracasado, pero creo que ahora eso ya no es así.
-A la hora de explicar cómo se hizo rico, dice que fue porque siempre ha sabido cuándo se equivoca.
-Sí.
-Alguna razón más habrá habido, ¿no?
-Bueno, es la más importante. Me da la impresión de que mi filosofía es muy negativa. Yo digo que todas las creaciones humanas son imperfectas; que la perfección es imposible de conseguir; que no podemos basar nuestras decisiones en el conocimiento... ¿Ve? Son todas conclusiones negativas. Ahora bien: no podemos alcanzar la perfección, pero sí mejorar nuestra comprensión a través del pensamiento crítico. Y el pensamiento crítico implica admitir que uno puede estar equivocado y buscar en qué se está equivocado. Eso es, claramente, lo que ha hecho que tuviera éxito como inversor.
Soros hace filantropía social y también política. Ha dado millones de dólares, a través de la fundación que lleva su nombre, en varios países del este de Europa y del Instituto Open Society, para el desarrollo de la democracia en Rusia, en los países que fueron dictaduras bajo la URSS, para las campañas electorales norteamericanas...
-Hay básicamente un solo tipo de filantropía, la política. Todo es política.
-¿Y con qué criterios la aplica, cómo reparte su dinero?
-Mediante la prueba y el error.
-Popper de nuevo...
-Sí, siguiendo las recomendaciones de Popper, aprendiendo de mis errores y tratando de tener éxito. Eso es lo que funcionó en mi trabajo. Y así salió muy bien toda la inversión filantrópica en Hungría y en muchos otros sitios. Nunca me compensó nada tanto como lo de Hungría. Fue algo que me sedujo. Normalmente, la filantropía se topa con una serie de dificultades: la gente te dice lo que tú quieres oír y luego hace lo que le da la gana, te engaña, te torea... por lo que te tienes que proteger, tienes que ir con mucho cuidado. En Hungría di un montón de dinero y la gente se preocupó de gastarlo bien. Me propuse respaldar a la sociedad civil contra un régimen que no gustaba a nadie. Y la gente vio la fundación como un maná que tenían que proteger. No había presupuesto, no había controles, y la sociedad se encargó de ello, asumió la tarea de controlarlo. Es algo único, no me ha vuelto a pasar en ningún lugar del mundo.
...
-Dígame, ¿qué mundo cree que tendremos dentro de 25 años?
-Ni idea. Realmente no puedo saberlo, no tengo la menor idea.
-Bueno, entonces, ¿cómo le gustaría que fuera?
-A mí me gustaría una humanidad que se moviera de la edad de la razón a la edad de la falibilidad, que reconozca que la razón no siempre funciona, que no podemos controlar todo para que marche a la perfección y que lo que tenemos que hacer es desarrollar un pensamiento crítico que nos permita una mejor comprensión de la realidad, incluyendo de nuevo que jamás podemos alcanzar la perfección.